¡Tira la vaca por el barranco!

23.3.15


No me he vuelto loca... Al menos, por el momento...

Hoy quiero compartir con vosotros un "cuento chino" que llegó a mí hace tiempo, y que hoy he decidido publicar. 

Cuenta la leyenda, que un monje y su aprendiz, iban paseando por el campo, cuando se les hizo de noche y se encontraron con una cabaña muy humilde, donde pidieron asilo.
Por supuesto, la familia compuesta por el padre, la madre y tres hijos, les acogieron y compartieron con ellos todo cuanto tenían, que era más bien poco.

El aprendiz, sorprendido preguntó al cabeza de familia: "¿Cómo pueden mantenerse si aquí no hay posibilidades de ingresos?"

A lo que el padre de familia contestó: "Tenemos una vaca, que nos da leche para nuestro consumo, y con lo que sobra hacemos queso, cuajada y demás derivados, que intercambiamos por otros productos en el pueblo más cercano, y así vamos sobreviviendo."

Terminaron de cenar y se fueron a dormir. Pero el aprendiz, ante la generosidad de tan humilde familia, se sentía en deuda y le pregunto a su maestro: 

"¿Cómo podré compensarles su hospitalidad?"

El monje contestó tajante:

"Tira la vaca por el barranco"

Atónito el aprendiz creyó no entender a su maestro, ya que la vaca era el único sustento de tan generosa familia. 

"¡Tira la vaca por el barranco!"

El joven, sin tenerlas todas consigo obedeció a su maestro y empujó la vaca hacia el precipicio. 

A la mañana siguiente, muy temprano, el monje y su aprendiz abandonaron el lugar.

Un año después el maestro se llevó a su pupilo al mismo lugar. ¡Estaba irreconocible! La casa ya no era de madera, sino de piedra, estaba rodeada por un gran huerto, y sus habitantes ya no vestían los harapos de la última vez. Ante tal  panorama el joven aprendiz, carcomido por la culpa le pregunto a un señor que trabajaba las tierras:

"Disculpe, ¿qué ha sido de la familia que vivía aquí hace un año?"

"Somos nosotros". Respondió.

"¿Cómo han prosperado tanto?"

"Pues mire, la vaca que nos mantenía, se cayó por ese barranco. Al principio nos asustamos mucho, tanto que  caímos en la desesperación. ¡La vaca era nuestra única fuente de alimento! Nos dimos cuenta de que si no queríamos morir de hambre tendríamos que hacer algo. Así que limpiamos un terreno de detrás de nuestra casa y decidimos plantar unas semillas de legumbres y vegetales para nuestro consumo. Nos dimos cuenta de que el terreno era muy fértil. Después de algún tiempo comenzamos a vender algunos de los vegetales que sobraban y con este dinero compramos más semilla y comenzamos a vender nuestros vegetales en un puesto del mercado. Así pudimos tener dinero suficiente para comprar mejores vestimentas y arreglar nuestra casa. De esta manera, poco a poco, este año nos ha traído una vida nueva"

Todos tenemos alguna vaca que nos mantiene atados y conformes con la miseria, ya sea económica o emocional. Tener el sustento básico, muchas veces nos impide ver nuestras propias posibilidades de prosperar. 

Si al leer este cuento y su moraleja, has identificado la vaca con algo en tu vida que te tiene amarrado a una situación "precaria", por llamarlo de alguna forma, ¡MEDÍTALO!

El propio Einstein dijo en su día que las épocas de crisis eran una bendición, porque de la angustia nace la creatividad. En la crisis nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.

¡Feliz lunes!

     Cris.


Image and video hosting by TinyPic

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario .